Me doy cuenta que no hay que esperar nada de nada…ni de nadie. Como cuando arreglas tu salida de un fin de semana; cuando la preparas con mucha anticipación siempre termina mal o como no la esperabas y eso te desilusiona. En cambio, cuando ves que pinta cinco minutos antes termina siendo terriblemente buena y la pasas genial.
Pasa lo mismo con las personas. Y con migo. Llegue al punto en que no quiero esperar nada de nadie para poder sorprenderme con lo más mínimo e insignificante. Pero no pasa solo por los demás. También pasa por mí.
No pretendo pretender nada de mi en absoluto porque cuando espero y quiero poder cambiar me doy cuenta que en realidad no importa, que la verdad es que no me interesa tanto como esperaba y me voy a la otra punta. En 
No le hecho la culpa a nadie creo que mas bien es culpa mía porque sueño que ahora es diferente y choco contra mi misma y se me cae todo, la plata los sueños los sentimientos. Me ilusiono con cosas que los demás no ven y fantaseo poder ver en la oscuridad cuando es todo transparente y lo único turbio es mi interior y mis equívocos reflejos de amor
